Tras haber
descansado y tomado una ducha fría, ya más relajada en la cama, desnuda, me
puse a pensar en lo que mi Señora me había ordenado preparar para lo que sería
nuestro encuentro del día siguiente.
Volvieron a
mi cabeza las imágenes de lo sucedido hacía unas horas, aún estaba excitada,
con ganas de acariciar mi sexo, pensando en la posibilidad de que alguna de
aquellas mujeres se pudiera haber dado cuenta de lo que pasaba. Me estremecí
sintiendo como mi piel se erizaba ante esa fantasía… No profundicé más con mis
caricias en mi sexo, disfrutaba de la leve sensación que estaba produciendo el
roce de mis dedos y de la excitación de mi imaginación, que me producía en
algunas ocasiones algo mucho más placentero que las caricias.
La idea de mi
Ama me había encantado porque, si bien ya era algo muy común entre nosotras,
nunca lo habíamos hecho a modo de sesión.
En mi cabeza no hacía más que pasar una y otra vez esa idea. Así
fantaseé toda la noche.
Me desperté
muy temprano, un tanto nerviosa y ansiosa. Me di una ducha fría para bajar
tanta ansiedad. Mi cuerpo reaccionó al instante erizándose, provocándome un
cosquilleo intenso. Qué placer Sentía cuando el sonido de mi móvil me saco de
la ducha, era un mensaje:
-
“Patricia,
espero tengas todo listo para esta noche como lo ordené”.
-
La
espero como siempre mi Señora. –
respondí al mensaje.
La sensación
de nervios que me envolvía se hizo más intensa en todo mi cuerpo, era
maravilloso como aquella sensación se volvía placer en el juego.
Me vestí
rápidamente para luego encaminarme a la oficina. Rogaba porque el día no se
complicara, quería salir temprano para tener tiempo de preparar todo en casa.
En el
consultorio todo estaba marchando a mi favor, la mañana iba tranquila aunque yo
seguía ansiosa incluso por momentos perdida en mis pensamientos, imaginándome
escenas en mi cabeza de lo que sucedería en unas pocas horas.
La mañana la
pase entre informes, pacientes, historias y llamadas tratando de concentrarme
sin mucho éxito, estaba sumida en los detalles para la sesión, no quería que
nada fallara, lo errores no están permitidos, Ella no los permitía por pequeños
que estos fueran. Y deseaba que todo saliera bien.
Al mediodía
ya estaba cerrando el consultorio. Rápidamente me lancé al ascensor, no deseaba
que llegara alguien a última hora a arruinarme los planes, no. Salí rumbo al
centro comercial, había decidido comprar una nueva prenda y darle la sorpresa a
mi Señora con algo sexy.
Mientras iba
de tienda en tienda, de probador en probador, típico de toda mujer, probándome
diferentes prendas y viendo cual me quedaba más ceñida al cuerpo me sentía
divertida, nerviosa, y a la vez seducida pensado en que mi excitación podía ser
percibida por todo el que me miraba mientras buscaba y miraba en la tienda.
Por fin
encontré lo que buscaba, quede bastante satisfecha como seguramente también
quedaría mi Ama al vérmela puesta. En el momento justo en que me disponía a pagar entró al móvil otro mensaje suyo:
-
“Para
esta noche te tengo una sorpresa” inigualable
El corazón me
bombeo con fuerza ¿una sorpresa?.... esboce una sonrisa. Me gusta esa manera
que tiene de poner mi mente a mil…; mi mente y todo mi cuerpo.
La
cajera que tenia enfrente me observó sonriente y yo le devolví el gesto
divertida, invadida por una emoción que me abrumaba. Pero pagué la compra y me fui.
Tomé un taxi.
De camino al departamento pensaba en qué podría consistir esa “sorpresa”, pero
era inútil tratar de adivinar, podría ser cualquier cosa: un accesorio, un
juguete, una prenda o sencillamente nada, crear expectación en mí, eso era
parte del juego…
Al entrar
respire profundamente. Me descalcé, me quité la chaqueta y puse orden en el
departamento, era pequeño pero debía estar todo bien ordenado, a mi Señora Eva
le gustaba todo en su lugar, impecable.
Las indicaciones
eran precisas, esta noche posaría para Ella en una sesión fotográfica. Sería mi
primer paso y mi estreno en el exhibicionismo.
Aún no tenia muy en claros los detalles de cómo se llevaría acabo; era
en eso consistiría la ¿sorpresa? A la vez pensaba que era un nivel más en mi
sumisión por alcanzar. Esto acortaba mis límites uniéndonos mucho más, para una
sumisa no hay mayor satisfacción y alegría que lograr cada día entregarte aún
más. Pertenecer.
Esta noche no
solo yo me estrenaba, mi Señora debutaría como fotógrafa. La idea me excitaba
aunque esta vez la idea había sido mía. ¿Lo era? Siempre dudaba, Ella tenia una
forma hipnotizante de mover los hilos de mi deseo, explorarlos y sacarlos a la
luz, así que lo mas probable era que todo fuera fruto de su habilidad como Ama.
Afortunadamente
me había permitido escoger el lugar para la sesión. Opté por mi habitación
iluminada, crearía un ambiente mas intimo, mío, de eso se trataba todo, exhibir
mi intimidad. Y eso destacaba mi habitación, intimidad.
Ya lista
prepare la cámara, la verdad que resultaba muy fácil de manejar, las cámaras
profesionales te dan muchas ventajas, prácticamente tienes que hacer poco para
obtener unas muy buenas fotos, así que no habría problemas.
Preparé la
ropa que iba a usar en un par de horas: una chaqueta tipo americana negra sólo
con un brasier debajo, una minifalda gris a cuadros ajustada a mis muslos y
culo (la que he comprado), sin bragas claro está, unas medias negras y tacones
altos ¡Listo! Me digo casi en un grito ansioso.
Me desnudé
metiéndome rápidamente a la ducha y sentí el agua tibia caer por mi cuerpo unos
minutos. Me esmeré en estar bien pulcra, depilé todo mi cuerpo, hasta la piel
exfolié, eso me relajaba mucho a la vez que dejaba mi piel preciosa. Me eché
una toalla al cuerpo para secarme, estaba sobre tiempo ya, no quería que
llegara mi Señora y yo aun sin estar lista.
Con cuidado
fui vistiendo mis muslos con las medias para luego ir entallando la minifalda a
la cadera y enganchando tras mi espalda el brasier media copa negro sexy,
finalmente la chaqueta. Sólo faltaba el complemento perfecto, mi collar azul,
me fascina porque resaltaba entre mi atuendo negro a la vez que es algo fuera
de lo convencional en el protocolo BDSM pero lo maravilloso de este mundo es
precisamente que cada uno lo vive y siente de acuerdo a sus gustos.
Una vez lista
me miré al espejo y éste me dio su aprobación, estaba muy bien, como diría mi
Señora en estos momentos ¡Preciosa!. Sonreí. Me sentía increíblemente sexy para
Ella, como Ella me deseaba.
Esperé tras
la puesta, arrodillada, con mi collar en el cuello enganchado a la cadena de
perro y perfumada como una puta.
Era ya casi
sobre la hora y yo seguía esperando a solas tras la puerta, en éxtasis, como
una auténtica perra.
Oí sus pasos,
con las rodillas clavadas al suelo gateé a la puerta tan rápido como pude.
Como siempre,
Ella, hermosa, señorial, sensual. Lo primero que vi fueron sus pies que
inmediatamente besé sintiendo el placer que me produce estar bajo sus zapatos
de tacón de aguja, vestida en una falda negra entallada que llegaba a cubrir un
poco por debajo de sus rodillas. Extendiéndole mi correa la saludé:
-
Buenas
noches mi Señora Eva. Bienvenida a casa. – Ella me miró sonriente.
-
Hola
perrita mía – mientras caminaba arrastrando mi correa y a mí con ella en
dirección al sofá que estaba en medio de la sala. Tomó asiento cómodamente en
el sillón. Una vez sentada comprobó si había cumplido lo ordenado – En pie,
quiero verte mejor, ordenó.
Rápidamente
levante mis rodillas del suelo, me puse en pie llevando mis manos detrás de mi
espalda. Me sonrojé al sentir su mirada penetrante sobre mí, me sentí desnuda
aún estando vestida. Bueno, excepto por las bragas que no tenía.
-
Esta
perfecta. ¡Preciosa¡ ¿Minifalda nueva?, exclamó.
-
Gracias
Señora. Sí, la he comprado hoy mismo ¿Le gusta? Quería darle la sorpresa.
-
Muy
bonita, como me gusta, ajustada al culo – sonrío a la vez que provocaba el
mismo gesto en mí.
-
Hablando
de sorpresa ¿No quieres saber la que te he preparado?
-
Espero
el momento que Usted crea oportuno para desvelármela – dije tratando no de
parecer ansiosa.
-
Bien,
como no quieres saber, ve y tráele a tu Ama algo de beber - dijo guiñándome el
ojo divertida.
En ese
momento tuve el impulso de decir algo pero me contuve marchándome en silencio a
la cocina a por su bebida.
Mientras le
servía una copa de vino volví a tomar posición de rodillas a sus pies.
-
¿Lo
demás esta también en orden? – preguntó - ¿Qué has dispuesto para el lugar?
-
Sí
Señora. Todo está dispuesto, mi habitación, si Usted no tiene objeción…
-
No,
ninguna. Lo he dejado a tu parecer para que te sientas cómoda.
-
Muchas
gracias Señora.
-
Esta
noche tendremos invitados – dijo seria.
-
¡Invitados¡
Dije sorprendida. Nunca en nuestras sesiones habían estado otros participantes,
salvo aquella vez con mi novia... – ¿Quiénes? Los nervios me hicieron cometer
un error, una sumisa jamás pregunta, ni cuestiona.
-
Sólo
por esta vez te la voy a dejar pasar, pero que sea la ultima Patricia. Son unos
invitados muy especiales ¿dónde está tu ordenador?
-
En
mi habitación, señalé.
-
Pues
tráemelo aquí.
Fui a por el
colocándoselo sobre la mesa que estaba frente al sillón.
-
Ten
todo listo la habitación y espérame, ordenó.
Besé sus pies
mientras salía nuevamente de la sala en cuatro patas.
El corazón me
latía fuerte ¿Quiénes eran los invitados? ¿Era más de uno?, me pregunté una vez
cerrada la puerta. Tranquila Patricia, aguanta, ya no te puedes echar para
atrás, mi Señora sólo me está dando lo que yo pedí: exhibirme. Y para eso has
de tener público, ¿no?
Afuera no se
oía nada, algo que me diera algún indicio, ni siquiera la puerta sonar. Estaba
nerviosa en la espera, claro que eso era parte de su juego, sí, ya era su
juego; una vez más yo me entregaba a Ella para que hiciera de mí lo que deseaba
hasta con mis fantasías.
Puse la
cámara fotografíca sobre el tocador mientras tomaba mi lugar en medio de la
habitación, había suficiente espacio, la verdad que era bastante espaciosa e
iluminada, perfecto el ambiente.
En una
postura firme con las manos tras mi espalda, las piernas ligeramente separadas,
con la cabeza baja, y en silencio espere por Ella.
No se demoró,
una media hora después entró en la habitación. Mantuve la cabeza baja, era poco
lo que podía ver, apenas alcanza a visualizar sus piernas y movimientos cuando
la escuche hablar nuevamente:
-
Nuestros
invitados están llegando poco a poco, están deseosos por verte.
-
¿Como?
no he oído a nadie llegar. Pensé.
-
Esto
cubrirá tu identidad, así estarás más segura. Querías exhibirte, pues esta
noche serás complacida. He abierto una sala de chats en vivo para que puedan
ver tu debut. – ríe.
Me cruce con
mi reflejo en la pantalla del ordenador que estaba frente a mí, a unos pocos
pasos, sobre la mesa, encendido. Mis nervios se hicieron más fuertes al pensar
en que alguno de los espectadores fuese un conocido mientras mi Ama me cubría
con un antifaz. No lo podía creer, los invitados eran parte de una sala de
chats.
¡Yo era la
atracción! ¡Uffff! si que resultaba una SORPRESA. No me habría imaginado
aquello.
Volvió a
alejarse unos minutos cuando sin aviso empecé a escuchar: ¡Flash! ¡Clic!
¡Flash! ¡Clic¡ ¡Flash! sentía el destello de la luz de la cámara sobre mí, y el
sonido en mi oído del disparo de la cámara incesantemente en manos de mi Ama.
La sensación era increíble. ¿Tres, siete, quince, treinta?… No tenía la menor
idea de cuántos eran o de quiénes eran pero, de alguna manera, podía sentir sus
miradas sobre mí mientras seguía siendo fustigada por el fogonazo del lente de
la cámara.
-
Ufffff
-
Ábrete
la chaqueta y enseña los senos – escuché a mi Señora ordenarme. ¡Flash!!
Tímidamente fui obedeciendo desabrochando los botones de la chaqueta,
abriéndola hasta dejar al descubierto el brasier negro y mis senos a la vista;
a la vista de ellos – Ahora quítate por completo la chaqueta y el brasier.
Quité la
chaqueta y desenganche tras la espalda el brasier. Me estaba desnudando frente
aquellos desconocidos, agradecí tener aquel antifaz.
Me estaba
sintiendo ruborizada, avergonzada, y ¡excitada! Con mi pecho al aire, desnudo
bajo las miradas de extraños. Era la primera vez que me exhibía frente a
alguien distinto a mi Ama. Al mismo tiempo mi atrevimiento superaba mi timidez.
-
Muy
bien. Pon los brazos en alto.
lSuspiré
extremadamente excitada llevando mis brazos en alto y entrelanzado mis manos.
Era una de las posturas que más le gustaba a mi Ama porque en ella tenia toda
libertad de realizar su practica favorita, azotar mis senos con el látigo.
Temblaba al
sutil sonido del clip de la cámara, sentía como mis poros se abrían al estar
indefensa, privada de mi sentido de vista, exhibida. Aunque en teoría estábamos
solas Ella y yo, sentía cómo la habitación se llenaba de miradas extrañas sobre
mí, deseándome, lo sentía, sentía el deseo, el calor de sus miradas en mi
cuerpo empapándome de placer.
-
Date
la vuelta y abre las piernas – me ordeno
Ahora era mi
culo objetivo del lente y de miradas. ¡flash! ¡flash! - De frente. No vacilé, ahora me
encontraba casi desnuda salvo por la minifalda, medias y tacones. Estaba de pie
frente aquellos hombres y tal vez mujeres… dejando que sus miradas exploran mi
cuerpo mientras sentía como mis senos y pezones se endurecían.
Yo en medio
de todo aquello me sentía feliz, mojada, sí, mi sexo se empapaba producto de
aquellas miradas y aun más de la Suya.
Pese a que
disfrutaba la situación el nerviosismo seguía ahí… ¿les estará gustado el
espectáculo? ¿Y a Ella? El destello del flash sobre mí me indicaba que por lo
menos mi Señora disfruta de su rol como fotógrafa.
-
De
rodillas, perra – escuche ordenaba mi Ama.
De inmediato
clave mis rodillas al piso con mis manos detrás de mi espalda, exponiendo mi
pecho desnudo ¡clic! ¡flash! Ese sonido me estremecía.
–
A
cuatro patas perra.
Me eché al
suelo cual perra deseosa por su Ama con las pierna bien abiertas, la espalda
recta, el culo parado y sonriendo. En esa posición la minifalda prácticamente
desaparecía, mis muslos y nalgas quedaban a la vista, lo que hizo que mi Ama me
ordenara dar una vuelta en círculo para que los asistentes pudieran disfrutar
de la visión que les ofrecía mi culo totalmente desnudo puesto que no llevaba
bragas. Y pese a ser humillante, obedecí, comencé a girar lentamente, di toda
la vuelta como una auténtica perra en celo, era algo totalmente obsceno,
vicioso y me sumergía en una sensación de excitación demente. En la sombra
sentía los destellos abrasadores del flash de la cámara. Mi sexo estaba
abierto, caliente y mojado, a punto de estallar al igual que todo mi cuerpo.
Era tanta la excitación que, una vez hice mi recorrido, tomé entre mis manos la
correa ofreciéndosela a los invitados como señal del deseo de que alguno de los
espectadores tomara y tirara de la correa.
La escena
provocó tal excitación en mi Ama que no dejaba de fotografiarme. Me sentía viva
y, lo más importante, era Ella la liberadora de todos mis deseos, pasiones,
vicios, era este juego de seducción y dominación lo que me hacia sentir viva, libre; Suya.
Ésta era mi
naturaleza sin duda, estaba echa para esto, o si no, ¿como lo podría estar
disfrutar tanto?
-
Venga,
ponte en pie. – me ordenó. Tras de ti tienes una silla, siéntate.
Obedecí. No
necesitaba más orden. Abrí mis piernas ofreciéndoles mi sexo depilado y
brillante producto de los momentos de éxtasis que me azotaban, mi cuerpo sufría
las exquisitas consecuencias de aquellas miradas. Sabia lo que aquella señal
significaba, así que como parte del entretenimiento para los invitados fui
abriendo mis piernas poco a poco, cada vez dejando mi sexo más visible y, para
mas deleite, tomé entre mis manos mi sexo abriéndo mis labios lo mas posible,
dejando ver todo mi interior. Apreciaba como mi sexo comenzaba a palpitar,
imaginando en ese momento a esos hombres o mujeres disfrutando de mi desnudez
en complicidad con Ella, la única mujer a la que le pertenezco de todas las
formas y maneras que su deseo quiera explorarme.
Iban unos 40
o 45 minutos de exhibición en la sala de chats cuando mi Ama dio por finalizado
el espectáculo apagando la cámara web.
Sonreí
ampliamente mientras mi Ama me quitaba el antifaz.
-
La
experiencia me ha encantado, gracias mi Señora ha sido más de lo que había
imaginado.
Me besó y ese
beso lo sentí como un latigazo sobre mi tembloroso cuerpo.
-
Lo
has disfrutado entonces por lo que veo - mientras su mano se deslizaba entre
mis muslos despacio deleitándose con la humedad que palpaban sus dedos para
comenzar a hurgar entre mis pliegues. En ese momento escuché su voz decirme:
esto no ha sido todo. Las fotos que he tomado las subirás a un blog. En ese
instante sentí más su dominio en mí, mi deseo era su deseo y placer.
-
¡Un blog!, exclamé.
-
Si,
uno que harás tu y lo subiremos a intenert, será tu manera de exhibirte y
veremos que reacciones causas entre tus seguidores.
Sonreí.
-
Me
parece estupenda idea mi Señora. Cuanto antes me pondré en eso.
-
Bien.
Ahora ¿por qué no le nuestras a tu Ama agradecimiento por la sorpresa mientras
le echamos un ojo a las fotos a ver que tal han quedado?
Continuara…
No hay comentarios:
Publicar un comentario